dilluns, 10 de novembre del 2008

LOS SINVERGÜENZAS




En estos prosaicos tiempos donde en todo se busca la ganancia, donde se anhela la fama y donde los poderosos dedican su tiempo libre a las peores maquinaciones con arrogancia y avaricia, vive su sociedad el castigo de la fanfarronería, los perjuicios de la irreflexión y la ruina de la insensatez.

Los nuevos caciques no solo compran terrenos, sino casas y mansiones políticas abiertas a “fulanos” dispuestos a medrar mediante la impostura y la fatuidad, serviles sujetos capaces de aplaudir sus miserias en tanto que encuentran placer en la traición y la venganza, propio de un carácter débil, mezquino y ruin.

Se imparte en estas “agiotecas” la doctrina de los necios a cargo de éstos miserables capitostes en su paroxismo por la ambición de dominio, la más ardiente de todas las pasiones.
Así, oímos platicar la indecencia con estos alumnos convertidos en presuntuosos sofistas, politicastros arribistas de verbo desenfrenado y lábil que insultan la inteligencia con ésta insufrible parlería.

¿Y qué sabrá toda ésta ignota gentezuela de la política y su finalidad? Sin embargo, la democracia les socorre:
Urdimbres inanes de horridos políticos al servicio del capital se auto-invisten de autoridad para juzgar precipitadamente gobiernos íntegros elegidos democráticamente dictando contra ellos sentencias a placer que les permitan “tomar” el poder mediante abigarradas mociones de censura que ultrajan y soliviantan la sociedad.
Furibundos sujetos dirigidos por acaudalados empresarios consiguen que sus locuras se conviertan en opinión de muchos.
Cierta retórica leguleya del presumible mundo “facha” atávico-nepotista de la abogacía y la jurisprudencia (¡caramba con la transición!) parece cubrir la infamia con toga de magistrado en nombre de una “mayor dimensión de la libertad de expresión en el ejercicio de la acción política”.

¡Ya así van las ciudades! ¡Así va la sociedad! Víctima de una deleznable línea política basada en la monetización de todo ámbito o el predominio del dinero sobre el ser humano.
El “negocio” como fuente y origen de su credo ha procurado que toneladas de hormigón destrocen el patrimonio natural. Montañas, campos y litoral han sucumbido bajo un despotismo urbanístico que ha quebrado el ecosistema y el medio ambiente.
Sórdidas empresas privadas se enriquecen a costa de la salud pública, a costa del sufrimiento y el dolor de pacientes y familiares obligados incluso a tener que pagar por ir a visitar sus enfermos.
Miles de personas discapacitadas son desdeñadas por las instituciones al tiempo que se financia sin ningún reparo circuitos de fórmula 1, copas de américa y tantas otras fachendas megalomanías de tan esperpénticos y arrogantes personajillos de carca ralea.
Por otro lado, en centenares de barracones los niños tiritan de frío entre goteras y charcas. Es el súmmum de la deshumanización, de la desvergüenza y de la ignominia.

Pero, ¡ahí están! Reciben loa de ésta sociedad envenenada por ellos mismos. Es la hora de los enanos. A los infames se les atribuye la circunspección, son llevados a la fama y defendidos por primeras autoridades expertas en el arte de cohonestar cuando son considerados por éstas “políticos ejemplares”.

¿Cómo no van a acudir a “esa” casa política, cada día con más afán, vagos, pícaros, granujas, necios atrevidos e insipientes pedantes? ¡Son la savia de los poderosos! ¡La herramienta de los caciques!... ¡Y el descrédito y ruina de la democracia!

Con éstos, la “palabra” ya no tiene ningún valor, y vive ésta en ambientes triviales donde el fracaso escolar y los paupérrimos niveles de educación alcanzan su plenitud.
Y con éstos también, se dilapida, se aniquila el éxito de políticos honestos con perspectivas humanas, personas creadoras que para nada confiesan con todo este tráfico de intereses, así, se les hiere, se les denigra, se les avasalla y se les abandona con la gran ayuda de “patrocinados” medios de comunicación.

¿Hasta cuándo?